jueves, 28 de enero de 2010

Sobre héroes y discursos


Este artículo me vino a la mente luego de leer el post del blog Comentando las noticias de ayer titulado El partido judicial. Particularmente una frase detonó la idea acerca de la construcción del otro y de sí mismo en el discurso oficial.


El semiólogo y sociólogo argentino, Eliseo Verón, describe en La palabra adversativa cómo el discurso político, enunciado en un contexto democrático, supone o construye al menos tres destinatarios: el prodestinatario, el paradestinatario, y el contradestinatario. Es por eso que, al construir un Otro positivo y Otro negativo, el enunciador entra en relación con ambos.

El prodestinatario, refiere al grupo de receptores que “participa de las mismas ideas, adhiere a los mismos valores y persigue los mismos objetivos”. Por paradestinatario entendemos a aquellos sectores de la ciudadanía que permanecen “fuera de juego” o indecisos, es decir, ni opositores ni partidarios, que suelen ser víctimas de la persuasión. Por último, como contradestinatario, encontramos claramente a quienes se ven en la otra orilla del enunciador, lo opuesto al prodestinatario.

Ahora bien, observando el discurso progresista, tanto de Cristina Fernández como de Néstor Kirchner, podemos detectar claramente los tres destinatarios presentados por Verón, a saber: como prodestinatario, notamos que se dirige particularmente al amplio sector del peronismo, a los partidarios de la primera presidencia de Perón, a los “compañeros” de los ’70. Siguiendo la línea, el paradestinatario sería el sector apolítico de la sociedad y a cierta parte de la juventud que se inicia en el ámbito y se deja guiar por un bonito discurso. Como contradestinatario encontramos a todo el arco opositor, sea Clarín, el campo, los militares, Redrado, Macri y demás sectores antagónicos.

Las intenciones solapadas detrás del contradestinatario, es demostrarle a gran parte de la sociedad, su claro disentimiento con los episodios pasados en la historia argentina, como lo fue la dictadura, o la década del noventa. Paralelamente, presentando su posición, envía un guiño al sus paradestinatarios que, al ser testigos de las consecuencias de aquellos modelos, se convierten en potenciales adeptos.

Es cierto que un discurso progresista, para quienes mantenemos cierta línea de pensamiento o ideología, suele resultar bastante tentador, pero no es recomendable dejarse obnubilar por los albores de un nuevo modelo, sólo presentado en una bonita retórica.

martes, 26 de enero de 2010

El padre problemático

Por Damián Duarte //

“El viernes pasado, 16 de abril de 1943, me vi obligado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a mitad de la tarde. Tuve que volver a casa agobiado por una extraña inquietud y un persistente mareo. Me acosté con la sensación nada desagradable de estar intoxicado y con la imaginación extremadamente estimulada. Con los ojos cerrados (ya que la luz del día me parecía demasiado brillante) y en un estado de ensoñación, pude observar un torrente de figuras calidoscópicas de todos los colores tomando formas fantásticas. Luego de dos horas, ese estado se desvaneció”.


Corría el año 1943, la Segunda Guerra Mundial atravesaba uno de sus momentos más crudos, y allí, en los laboratorios Sandoz de Basilea, Albert Hofmann curioseaba entre los incipientes efectos del ácido lisérgico, popularmente conocido como LSD 25.

En medio de los estudios del cornezuelo del centeno, esa tarde de abril, el científico protagonizó un accidentado viaje a través de los ácidos, al hacer contacto con su piel algunas partículas de cierta sustancia cristalizada y archivada desde 1939 que dieron origen a tal curiosa experiencia. Luego de aquella particular práctica, Hofmann decidió profundizar su investigación y comenzó a ingerir pequeñas dosis del compuesto frente a testigos con el fin de documentar su reacción.

Durante los ’60, la corriente hippie fue la generación que más hizo uso de la droga, hasta que en varios países se comenzó a proclamar ilegal frente al abuso de la juventud lo que llevó a la indefectible quiebra de los laboratorios Sandoz, dejando el camino libre a las producciones ilícitas.

Albert Hofmann, padre de este “hijo problemático”, tal como lo titula en su libro, nació el 11 de enero de 1906 y, a los 102 años, falleció en marzo del 2008. Su descubrimiento se produjo mientras buscaba un uso clínico para la sustancia cuando ocurrió el accidente, pero… ¿a que se deben tales efectos?

Los alucinógenos provocan la distorsión de la percepción de la realidad, ya que interrumpen la interacción de las células nerviosas y el neurotransmisor serotonina, que se ocupa del control de los sistemas de la conducta, percepción, la regulación del estado de ánimo y el hambre, entre otras cosas. Cabe destacar que los efectos del LSD, nunca se pueden predecir debido a las diversas expectativas de consumidor, las cantidades ingeridas, los estados de ánimo y demás factores que influyen en el “viaje”.

El ácido lisérgico no es considerado una droga adictiva ya que no posee comportamiento compulsivo, pero si produce tolerancia, lo cual implica ingerir una dosis mayor para lograr cierto estado de intoxicación.

Más allá del uso que se le haya dado en los años posteriores a su descubrimiento, y los que se le da en la actualidad, en los primeros tiempos, Hofmann insistió arduamente en las facultades de LSD para el análisis en los estudios de la mente, en el psicoanálisis y en la trata de enfermedades como la esquizofrenia y demás patologías, pero, claro está, todo aún está por probarse.

jueves, 14 de enero de 2010

Cosa de negros

Por Damián Duarte //


Con raíces en el Gospel, ritmos africanos, bandas militares, blues y el ragtime, entre otros, el Jazz, cuyo origen se remonta a principios del siglo XX, sigue teniendo una importante vigencia cultural.


La confluencia de estilos que da nacimiento a este género, tiene su inicio en la llegada de esclavos negros, desde principios del siglo XVII, a tierras estadounidenses. La improvisación y el uso de notas a contratiempos son unos de los toques melódicos que suelen distinguirse en la audición de una banda. Pero no es de mi interés extenderme con teoría musical, sino desarrollar un poco su historia, su influencia y su cultura.

Al tratarse de un improvisación y una libre interpretación del género, con el pasar de las décadas, distintos músicos y movimientos han ido creando diferentes variaciones en el estilo. Desde el Ragtime a principio del 1900, hasta el jazz contemporáneo, las composiciones han ido pululando por alternativas como el Dixieland, el Estilo Chicago, el Swing, el Be-Bop, el Cool o el Free Jazz, todas particulares de una época, de un contexto social, y con ciertas modificaciones en la búsqueda del sonido y sus texturas.

Al igual que el Blues, el Jazz, tal vez asociado a las épocas de la depresión o a las Guerras Mundiales, representa un estilo de suburbano, de tristeza y opresión. Si bien no se destina a ninguna clase ni a un público determinado, su origen y proliferación se producen en “la calles”, en la periferia de las ciudades, en zonas marginales donde los habitantes comparten ese sentimiento de vapuleo y exclusión que transmite el sonido. Aún con diferencias sociales y musicales, la Bossa Nova o el Tango, han adquirido distinciones armónicas y de composición que resultan inevitables de destacar.

Este híbrido musical nace en la conjunción de la tradición autóctona estadounidense, la europea y la africana, adosada a los esclavos que, en cierto modo, sucumbían al la imposición cultural y religiosa de sus amos. Uno de los momentos más duros que tuvo que enfrentar el género fue durante las disposiciones tomadas por Jim Crow bajo el lema “iguales pero separados”, que propugnaba por la separación racial, por lo cual varias bandas debieron disgregarse al poseer integrantes blancos y negros. Algunos de los mayores exponentes y precursores fueron The Original Dixieland Jazz Band, Charlie Parker, Louis Armstrong, Miles Davis, John Coltrane y Jaco Pastorius.

En la actualidad, un tanto mas comercial que en los inicios, el Jazz sigue expandiéndose en los oscuros bares under, en el lado B de la sociedad, transmitiendo el mismo mensaje de aquellos años, con una mayor apertura de tolerancia y diversidad.

martes, 12 de enero de 2010

La asintótica tensión

Por Damián Duarte //

Luego de algunos meses de especulación difuminada detrás de las tinieblas por parte del sector agrario, parece que el conflicto entre la tirana Cristina Fernández y el símil demonio de tazmania Martín Redrado, ha resultado una oportunidad excepcional para que los integrantes de la mesa de enlace reafirmen su oposición e intenten avivar el fuego que caldea la realidad política.

Tras el anuncio de la Presidenta de una línea de financiamiento con tasas subsidiadas para pequeños y medianos productores de trigo, los representantes del campo respondieron, luego de “analizar la situación del trigo”, que si el escenario no cambia se verán obligados a tomar medidas de fuerza, aunque algunos sectores se hayan bajado de la asamblea al no compartir la actitud.

El gran ausente de la reunión campestre celebrada en el Teatro Broadway fue el Ministro de Agricultura, Julián Domínguez, a lo que el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti calificó como “una pena”, ya que, en un denotado tono de necio cinismo afirmó que hubiera sido un “buen mano a mano con lo productores”.

Parece ser que una vez más, el campo, tal como paso hace casi dos años, vuelve a probarse el disfraz de “pueblo” y, así sumar su cuota de suspicacia para acrecentar o recordar el descontento social. Por su parte, Cristina Fernández, vuelve a hacer uso de su cuota de obstinación, empecinada en el pago de una deuda que no es legítimamente del pueblo. La realidad quema, una vez más, en una fusión de terquedad y golpismo a cuentagotas.