martes, 26 de enero de 2010

El padre problemático

Por Damián Duarte //

“El viernes pasado, 16 de abril de 1943, me vi obligado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a mitad de la tarde. Tuve que volver a casa agobiado por una extraña inquietud y un persistente mareo. Me acosté con la sensación nada desagradable de estar intoxicado y con la imaginación extremadamente estimulada. Con los ojos cerrados (ya que la luz del día me parecía demasiado brillante) y en un estado de ensoñación, pude observar un torrente de figuras calidoscópicas de todos los colores tomando formas fantásticas. Luego de dos horas, ese estado se desvaneció”.


Corría el año 1943, la Segunda Guerra Mundial atravesaba uno de sus momentos más crudos, y allí, en los laboratorios Sandoz de Basilea, Albert Hofmann curioseaba entre los incipientes efectos del ácido lisérgico, popularmente conocido como LSD 25.

En medio de los estudios del cornezuelo del centeno, esa tarde de abril, el científico protagonizó un accidentado viaje a través de los ácidos, al hacer contacto con su piel algunas partículas de cierta sustancia cristalizada y archivada desde 1939 que dieron origen a tal curiosa experiencia. Luego de aquella particular práctica, Hofmann decidió profundizar su investigación y comenzó a ingerir pequeñas dosis del compuesto frente a testigos con el fin de documentar su reacción.

Durante los ’60, la corriente hippie fue la generación que más hizo uso de la droga, hasta que en varios países se comenzó a proclamar ilegal frente al abuso de la juventud lo que llevó a la indefectible quiebra de los laboratorios Sandoz, dejando el camino libre a las producciones ilícitas.

Albert Hofmann, padre de este “hijo problemático”, tal como lo titula en su libro, nació el 11 de enero de 1906 y, a los 102 años, falleció en marzo del 2008. Su descubrimiento se produjo mientras buscaba un uso clínico para la sustancia cuando ocurrió el accidente, pero… ¿a que se deben tales efectos?

Los alucinógenos provocan la distorsión de la percepción de la realidad, ya que interrumpen la interacción de las células nerviosas y el neurotransmisor serotonina, que se ocupa del control de los sistemas de la conducta, percepción, la regulación del estado de ánimo y el hambre, entre otras cosas. Cabe destacar que los efectos del LSD, nunca se pueden predecir debido a las diversas expectativas de consumidor, las cantidades ingeridas, los estados de ánimo y demás factores que influyen en el “viaje”.

El ácido lisérgico no es considerado una droga adictiva ya que no posee comportamiento compulsivo, pero si produce tolerancia, lo cual implica ingerir una dosis mayor para lograr cierto estado de intoxicación.

Más allá del uso que se le haya dado en los años posteriores a su descubrimiento, y los que se le da en la actualidad, en los primeros tiempos, Hofmann insistió arduamente en las facultades de LSD para el análisis en los estudios de la mente, en el psicoanálisis y en la trata de enfermedades como la esquizofrenia y demás patologías, pero, claro está, todo aún está por probarse.

2 Amigos me gritaron al oido...:

Alejandro Gritó:
27 de enero de 2010, 15:08

Interesante como siempre querido!

Agustín Molina Gritó:
27 de enero de 2010, 18:13

Exactamente... está por probarse!!!

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