Por Damián Duarte //
Resulta curiosa y un tanto trastabillada la actividad de pensar y reflexionar sobre la actualidad política y social del país. Entre Redrado, el Banco Central, las Tazer, Cobos y su voto “no negativo”, la sensación térmica, los medicamentos vencidos que, claro está, no es un asunto “tan grave” y los tirones entre los futuros titulares del PJ, deja al descubierto que la temperatura no sólo aumenta a nivel climático.
Para quienes leemos u ojeamos los diarios, o vemos algún que otro canal informativo, nos es fácil notar las tendenciosas maniobras detrás de cada noticia, así como también explicar las razones del bombardeo de datos. Desde ya hace varios años, el cuarto poder ha sido una gran influencia tanto en la toma de decisión como en la formación de opinión de la sociedad. Pero no resulta de interés, al menos esta vez, desarrollarme en el poder mediático y el ámbito de la información.
Ahora bien, ante el debate generado en el post anterior y, al abrirse un amplio espectro temático, propongo detenernos sólo en la identidad cultural del político argentino actual: ¿Es Macri peronista? ¿Se aferra el kirchnerismo a las premisas del peronismo? ¿Es Cleto Cobos un radical peronista disidente? O, mejor dicho, ¿qué es Cobos?
Podemos realizar dos tipos de análisis frente a esta identidad: desde la perspectiva esencialista, que refiere a los rasgos culturales hereditarios, o bien, desde la perspectiva constructivista, que demuestra que la identidad no se hereda, sino más bien que se construye.
Veamos, según las declaraciones del actual Jefe de Gobierno varios meses atrás, en las cuales se refería a la privatización de Aerolíneas y demás empresas, demuestra que nos encontramos ante el fiel estereotipo del empresario menemista, ese que despojó la industria nacional, dividió aún más las diferencias entre clases, enriqueció a unos pocos, hipotecó el país, y demás atrocidades que me provocan acidez enumerar.
Si tomamos como referencia la primer perspectiva, deberíamos decir que las declaraciones y las medidas de Mauricio Macri, lejos – muy lejos – están de las políticas del Perón del ’46 con ideas como el plan Quinquenal, o la creación de Aerolíneas Argentinas.
Si nos adosamos a la opción constructivista, podemos aducir que, el “peronismo disidente”, donde incluimos a De Narváez, Macri y Solá, entre otros, se trata de una nueva rama del peronismo con ciertas reformas neoliberales que se abocan a la sociedad de consumo y a los parámetros de mercado que manejamos hoy en día, es decir, una seudo-actualización doctrinaria, aunque, resulta obvio, esta opción termina siendo altamente rebuscada.
¿Qué hay del kirchnerismo? A simple vista da la impresión de que nos encontramos frente a una tendencia con fuertes raíces peronistas, pero si hurgamos algo más profundo, parece ser que además se suma un espíritu setentista y con un alto desprecio hacia le dictadura, lo cual no es para objetar. No obstante, ciertas medidas y decisiones políticas parecen alejarlos un poco de la primera presidencia de Perón tan recordada en su discurso, medidas como la desprotección al recurso minero, a los glaciares, el subsidio a la General Motors, la falta de políticas públicas y desarrollo en salud y educación, los negociados con los amigos del poder o la causa sobre enriquecimiento ilícito. Volviendo a las perspectivas planteadas, si recurrimos a la esencialista, obtendríamos la respuesta al por qué de esas reacciones frente a la prensa y ante el arco opositor, así como también la pujante fuerza por los Derecho Humanos y la integración, fiel reflejo de la militancia de los ‘70. Desde el lado constructivista no hay mucho que se pueda decir, debido a que en su forma de actuar, aducen seguir la línea peronista, las cuales caben destacar, se dejan ver en la estatización de las AFJP, o en Aerolíneas Argentinas.
Por último intentaré desenmarañar la identidad cultural y política del kirchnerista opositor de primera línea: Julio Cesar Cobos. Tal como se puede apreciar, el radical K, aparenta traer en su ADN la traición. Tras su voto “no positivo” en el desenlace del debate por la 125, el vicepresidente se ha tomado ciertos atributos y ha realizado una secuencial felonía hacia quienes lo llevaron a su actual posición. Por un lado, sus inicios e intensa actividad en la Unión Cívica Radical, parecerían ser los rasgos más puros de su identidad, aunque luego se haya desvinculado del partido y, posteriormente vuelto a aceptar su pertenncia. En este caso las perspectivas no llegan a determinar fielmente sus características identitarias, ya que, si tomamos como referente el estilo gubernamental de la UCR, poco nos aclararía el panorama, es decir, es curioso y hasta vergonzoso el “veletismo” del que puede llegar a formar parte el vicepresidente con aspiraciones dirigidas hacia el sillón de Rivadavia.
Esto es parte del staff político actual, todos representantes del pueblo y electos en pleno ejercicio de la democracia, lo cual no quiere decir que sean los mejores. Es por eso que, en este rastreo identitario, se intentó demostrar que, las condiciones socio-políticas no son las de hace cincuenta años, por lo cual es menester el desarrollo de nuevas tendencias en pos del progreso, y dejar de lado la mitología del partido político más grande y la sistemática traición de valores y creencias.
miércoles, 3 de febrero de 2010
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4 Amigos me gritaron al oido...:
3 de febrero de 2010, 13:56
Ideologia barata y politicos de goma...
3 de febrero de 2010, 17:54
coincido totalmente -algún que otro matiz, por cierto- buen análisis
4 de febrero de 2010, 7:22
Tengo miedo!!!!!
SAludos
4 de febrero de 2010, 12:19
Alejandro: usted lo ha dicho!
Agustín: se agradece.
1600 producciones: y si...espanta un poco...¿un poco?.
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