jueves, 18 de febrero de 2010

Libertades ocasionales

Desde los inicios del mundo, las incipientes sociedades humanas organizadas se vieron indefectiblemente envueltas en uno u otro conflicto, sea este de clases, territorios o pertenencias.


Si existe algo férreamente irreprochable en la teoría marxista, podemos asegurar que es la afirmación acerca de que “la historia de la lucha de clases ha sido, hasta el día de hoy, la historia de las sociedades”.De esta manera, tal vez un poco rebuscada o inconexa, podemos explicar distintos fenómenos y sucesos en torno a la organización social de las civilizaciones.

Tomemos dos hechos al azar, solamente unidos por este análisis. Por ejemplo, si nos remontamos al nacimiento del partido radical, observamos como se encontraba dividida la sociedad argentina en aquellos tiempos. Por un lado, estaban los conservadores, es decir, una oligarquía sectaria, opresora de las minorías y con estrechas relaciones con el sector militar. De la otra parte, encontramos a los anarquistas, en su mayoría europeos, y a los socialistas, con ideas en pos del progreso, el cambio, y arraigados opositores del autoritarismo reinante (y gobernante) de aquellos años. Cabe aclarar que el espectro social era un tanto más amplio, pero no viene al caso en este análisis.

Ahora bien, existía otro sector con ansias de gobernar y llegar al poder pero sin una ideología que los defina o represente más allá de su lema basado en la “libertad”. Es por eso que, al existir un poder oligarca y opresor como lo eran los conservadores, nace en el país una nueva alternativa alejada del fantasma del comunismo y de la “violencia” anarquista, con el fin de gobernar y librarse de las ataduras conservadoras.

Con el riesgo de perder el hilo temático, de caer en la incoherencia o, simplemente no ser interpretado, propongo analizar el monstruo de la inseguridad guiado por la premisa antes enunciada.

Sin temor de incidir en un discurso netamente de izquierda, es factible comprender como, acotándonos a la sociedad contemporánea argentina, la delincuencia se ha tornado en una batalla más de la lucha de clases. Es decir, no es necesario realizar un análisis por demás sesudo para notar cómo, desde la década del ’70 y tras una seria de tropiezos neoliberales, las brechas entre clases se han ido abriendo cual herida, provocando una hemorragia de odio visceral entre ellas.

De esta manera, y sumado a innumerables factores, la clase baja, siempre la mas perjudicada, observa como en la otra vereda la alta sociedad se enriquece aún mas, mientras ellos son despojados de sus empleos, planes y oportunidades. Es así como siempre llega alguien y los invita a “cometer cierto asuntito”, es fácil, no puede fallar.

¿Y como no caer en esa si la vereda que están mirando les está pintando una vida muy diferente a la suya? Casas en barrios privados, autos, la mina, la ropa…

Primero una casa, después un autito, luego viene el fierro, y con él el poder. Las drogas y el poder. El éxito y el poder, y así el oprimido se convierte en opresor, la particular dialéctica del amo y el esclavo.

Ahora bien, deteniéndonos específicamente en los tiempos que corren, nos es fácil deducir, con sólo echar un vistazo, de qué años provienen los adolescentes devenidos en criminales, es decir, en su mayoría nacidos y criados durante el menemismo, década en que el aparato estatal se fue de vacaciones con grandes valijas repletas de oportunidades laborales, planes educativos, industrias nacionales, sistemas de salud y demás garantías de un Estado democrático.

¿Qué podemos pedirles a estos jóvenes si nacieron en una familia que caía en picada hacia la pobreza? Todos ellos victimas de un sistema político, económico y social que construyo robustos muros del cual ellos quedaron afuera.

No es de mi interés especular qué diría Marx hoy, ni hacer una interpretación marxista de la realidad, sino más bien, quizá erróneamente y despojándome de cierto criterio periodístico, realizar un descargo pendiente en base a una premisa que, a mi entender, resume el sentido del mundo.

Es así, esto fué una de esas libertades ocasionales que me tomo sacándome el trajecito de periodista.

4 Amigos me gritaron al oido...:

Alejandro Gritó:
18 de febrero de 2010, 12:33

Excelente interpretacion de la teoria. Igual sobre lo de la lucha de clases creo que es algo que se vuelve real cuando las diferencias de las clases sociales se marcan abismalmente. Pienso que en una sociedad con distintas clases pero mas igualitaria no deberia existir esa llamada lucha...

saludos!

Agustín Molina Gritó:
20 de febrero de 2010, 7:02

Excelente análisis, Damián!
Es muy difícil pensar alternativas al "peornismo", cuando no tenemos ni desde la oposición, ni desde el oficialismo, un campo teórico e ideológico que enmarque un proceso.
Construcción a los ponchazos, así nos va.
Salvo Mauricio, que tiene muy claro para qué está, y le paga a la policía tres veces más que a los maestros!

Lucia Luna Gritó:
21 de febrero de 2010, 14:15

Hola Damían

si, las fotos son mías, pero no soy profesional, solo amateur, confío en ir aprendiendo con el tiempo, te agradezco sinceramente tu comentario, tu bloc es muy interesante, lastima que yo soy muy pasota :) un abrazo

Lucia

Damián Gritó:
23 de febrero de 2010, 15:01

Alejandro: Muchas gracias. Un mundo con clases más igualitarias? difícil lo veo mi querido..

Agustin: Quizá haya una ideología, pero se traiciona muy fácilmente. A usted también muchas gracias.

Lucia: Siga así.

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