domingo, 30 de agosto de 2009

Revolución o muerte

Por Damián Duarte //

Severino Di Giovanni, militante anarquista perseguido, torturado y asesinado durante el régimen militar de José Félix Uriburu, es el protagonista del renombrado texto de Roberto Arlt, testigo ocular de su ejecución.


Corría el año 1931, plena etapa normalizadora del presidente José Félix Uriburu luego de la deposición de Hipólito Yrigoyen. La sociedad argentina afrontaba lastimosamente su primer gobierno de facto, caracterizado por una notable recesión, el aumento de la desocupación, la disminución del ingreso y la caída del consumo, consecuencias claras de la brutal crisis del ’30.


La censura, el estado de sitio, la intervención provincial y el fraude electoral fueron las medidas adoptadas por un régimen de tendencia totalitaria inspirado en la ideología de Mussolini. Desde el poder se fomentó la idea del voto calificado y la reforma de la Constitución, se implantó la ley marcial y la pena de muerte, prohibida en ese entonces por el Código Penal argentino.


Bajo aquel mandato fue fusilado el italiano Severino Di Giovanni, militante anarquista expulsado de su país por el fascismo. Nacido en Chieti en 1901, tipógrafo de oficio, se educó bajo las influencias de Nietzsche, Proudhon, Bakunin y Kropotkin. Debido al represor y sangriento gobierno de Mussolini, se vio obligado a refugiarse con su esposa y su hija, en Buenos Aires alrededor del año 1923. Con una ideología característica de la época, Di Giovanni propugnaba por una sociedad donde los individuos sean libres y soberanos, y donde ningún sujeto ejerza coacción sobre sus pares. Esta doctrina, con ideales revolucionarios y opuestos a toda autoridad obligatoria, formaba parte de los motivos de las persecuciones de aquellos años. Mentor del diario Culmine que profesaba ideas anarquistas y propiciaba la lucha cara a cara con el fascismo, solo utilizó la violencia en la expropiación y la liberación de presos.


Tiempo despues del golpe de Estado de Uriburu, alrededor del año 1930, retomó los atentados con bombas, hasta que hacia fines de enero de 1931, fue detenido al salir de una imprenta, luego de un intento de escape en el que resultó levemente herido. Su ejecución fue rápidamente ordenada por el presidente de facto como conclusión de un resumido juicio.
El ajusticiamiento del anarquista mas insolente y buscado fue público para algunos periodistas y ciudadanos. Llevada a cabo en la penitenciaria de la calle Las Heras, la muerte de Di Giovanni contó con la presencia de Roberto Arlt, entre otros, quien describía el cuerpo del condenado como una “doblada lamina de papel”.


El escritor nacido en Buenos Aires el 2 de abril de 1900, hijo de un inmigrante prusiano y una italiana contaba entre sus obras cumbres con textos como El juguete rabioso, Los lanzallamas, Aguafuertes porteñas y Los siete locos.
Di Giovanni permanece recto, apoyada la espalda en el respaldar. Sobre su cabeza, en una franja de muralla gris, se mueven piernas de soldados. Saca pecho.”, describe Arlt al orgulloso y estoico prisionero en El fusilamiento de Severino Di Giovanni, mientras describe la actitud de los demás espectadores, donde un señor de frac se retira como si “saliera de un cabaret”, donde otro insulta, donde otro se ríe en contraste con los periodistas y enviados de los medios que “pálidos como muertos y desfigurados se muerden los labios”, parte de un clima de vaciedad, de un impacto visual difícil de olvidar, victimas de un eco que juega en sus mentes al grito de: “¡Evviva l’Anarchia!” (¡Viva la anarquía!).

miércoles, 19 de agosto de 2009

Justicia sin vendas


Por Damián Duarte //

 
Nuevamente la Justicia dio un martillazo cuyo resultado generó disconformidad tanto entre los seguidores de la banda Callejeros, como entre los padres de las victimas.
Era de suponerse que este fallo no iba a emanar ningún veredicto ampliamente satisfactorio para todos los actores, pero a decir verdad, hace un poco de ruido el hecho de que Ibarra no figure entre los imputados, al igual que los bomberos, algún otro policía y demás funcionarios encargados del control de este tipo de lugares.
Resulta lamentable la actitud de familiares y adeptos de la banda, quienes en un gesto de provocación arrojaron volantes en apoyo del grupo, sin valorar el dolor genuino que acompaña a los padres desde hace ya cinco años, también resulta poco ético la actitud de ciertos periodistas quienes en una reflexión un tanto desubicada opinaron que este fallo se trataba de “un fueguito para calmar a la gilada”, frase desafortunada si las hay.
Puede decirse que sabe a poco los veinte años de cárcel para Omar Chabán, puede decirse que sabe a nada la lentitud de la Justicia, la ausencia de control por parte del Estado, las coimas, en resumen la corrupción que domina el funcionamiento del sistema.
Luego de la resolución sobrevinieron los incidentes por parte de los familiares de las victimas en repudio al fallo, puede resultar comprensible dicha reacción con el agravante que tantos responsables aun continúen libres.
Cabe preguntarse, ¿qué medidas serán tomadas de ahora en mas con respecto a los controles que deberían ser ejercidos?, ¿en que hemos avanzado?, ¿son los condenados la totalidad de los responsables?, al parecer son preguntas a las que nadie puede responder sin caer en contradicción u olvido de datos relevantes. Solo se espera que en un futuro, la Justicia pase a tomar un lugar mas respetado dentro de la sociedad, tratando de dejar el menor ápice a la insatisfacción entre las verdaderas victimas.